jueves, 24 de septiembre de 2015

Tomamos un íntimo café con la estilista

Cristina Rodríguez, el corazón de ‘Cámbiame’: “Tengo éxito laboral, pero mi vida personal nunca ha sido maravillosa”

Aunque ahora sí tiene pareja, esta mujer fuerte, atrevida y dicharachera ha renunciado a mucho por el cine. Nominada tres veces a los Goya, nos confiesa cómo empezó en el mundillo y qué le aporta la tele.

Dicharachera, parlanchina, muy simpática. Así es Cristina Rodríguez en las distancias cortas, una morenaza segura de sí misma y que se siente guapa a menudo. La estilista de Cámbiame ha trabajado en más de 60 películas y ha sido nominada tres veces al Goya. Es de Benidorm y presume durante la conversación de sus 46 años, que confiesa con el orgullo de haberlos vivido.

¿Qué estudiaste para ser estilista?
Estudié Moda, Diseño y Patronaje. Luego Historia del espectáculo, hice un Máster, me fui a Italia con una beca, trabajé en la Ópera… Mi vida siempre ha estado dirigida a hacer vestuario, pero con 28 años estudié cinco años interpretación porque me apasiona. Luego he hecho bastantes cursos para saber moverme ante la cámara y he mendigado pequeños papeles como actriz; sí, he hecho mis pinitos. También he interpretado buenas obras de teatro, pero en sitios muy pequeños.

¿Eres maniática? Creo que siempre llevas encima algo dorado…
¡Será porque soy de Benidorm! (risas). Era un sitio muy libre y muy moderno en los años 80 y yo nací en el seno de una familia que tenía tiendas de ropa. Desde siempre me vuelven loca los brillos, cuando era jovencita tenía un montón de pelucas con las que iba al instituto… Era una moderna y muy artista. Pero tengo una hermana que ha estudiado Magisterio y es muy tradicional, así que no sé si tiene algo que ver.

¿Cuál fue la primera película que hiciste?
La primera que hice cobrando fue Gimlet, con Vigo Mortenssen y Ángela Molina como protagonistas. Desde entonces nunca me he arrepentido de dedicarme a esta profesión.

Has trabajado con Coppola, Salma Hayek… ¿Cómo son las estrellas internacionales en el trabajo?
Coppola es un tipo alucinante. Podrías invitarle tranquilamente a un cocido. En La ciudad de la luz fue cercano, maravilloso. Con Salma salía a comer, a cenar… Es una mujer que ama su profesión por encima de todo. A Alec Baldwin le pasa lo mismo: en Torrente 5 le vestí con chandal horrorosos, confeccionados expresamente para él. Y sin problemas. Y cuando se probó trajes estupendos que le gustaron, los compró y los pagó de su bolsillo; nadie le regaló nada. Los grandes son grandes por algo.

¿Eres tan apasionada en la vida real como parece en la tele?
Soy apasionada con mis amigos, con las parejas que he tenido… Todo lo vivo con vehemencia, aunque soy Tauro y muy pragmática. No hago nada que no sea con el corazón; por eso ejerzo una profesión que me gusta. Fíjate, cuando trabajé enTorrente 5 se me cayó el pelo de puro estrés y no fui consciente. Con Santiago Segura me entiendo bien, pero su  última película me pareció muy difícil porque él es productor, director y protagonista y siempre va contrareloj. Y aún así nos llevamos muy bien todo el equipo.

¿Los egos se desbordan en tu profesión?
Siempre hay gente soberbia por el mundo. Si el soberbio tiene además poder, es peligroso. Estoy acostumbrada a vestir a mucha gente y veo que el de más talento es el más humilde. Sabe dónde está y dónde puede estar, que hoy es blanco y mañana negro. Que ahora trabajas y mañana no. Lidio bien con los egos de los demás porque tengo mucha psicología.

¿Qué haces cuando un actor te dice: “No estoy cómodo con esta ropa”?
No debato y le cambio el traje. Un traje puede mermar su capacidad a la hora de interpretar y no se lo puede permitir. Eso nos pasa a todos: no te sientes igual de segura con un vestido que con otro.

¿Qué relación mantienes con el equipo del programa?
Tenemos nuestros más y nuestros menos, como en cualquier trabajo. Unas veces estamos de acuerdo y otras no. Pero nos respetamos y nos llevamos bien, no sólo entre los presentadores sino también con el equipo técnico. Para mí el director del programa o el de una película es Dios y yo soy humilde; siempre dispuesta a aprender.

Tienes fama de responsable: hasta fuiste a trabajar al programa después de una operación por rotura de menisco…
Me operaron un viernes, salí el sábado del hospital y el lunes trabajé 14 horas. Y aún así siempre siento que tengo una espada de Damocles encima y que si no trabajo, me despiden. Es un problema mío, lo siento así. En ese sentido sufro, pero en el día a día disfruto mucho trabajando.

¿Te has encontrado algún caso en Cámbiame que te haya puesto la piel de gallina?
Uno de los primeros, Víctor con su abuela. Me dieron una lección de vida. También me impresionó Merche, la chica de 21 años que había sufrido bullying en su adolescencia. Y el caso de Andrei, el transformista, me dejó sin habla. En el programa no los transformamos porque sí: hablamos, reímos y lloramos con los concursantes; después de ese coaching les cambiamos de ropa. Todos necesitamos algo que nos motive en esta vida para cambiar. Unos se van a la India y otros necesitan cambiar de imagen para empezar.

¿Te llega a afectar personalmente?
Sí. Lloro de verdad. A veces me voy a casa preguntándome si los consejos que he dado a los concursantes son buenos o erróneos. En el programa veo a gente que no tiene nada, pero se ama y se entrega como yo nunca lo he vivido. Tengo éxito laboral, pero mi vida personal nunca ha sido maravillosa. He tenido varias parejas majas y no tengo hijos –pero sí dos sobrinos estupendos; ahora viene el chico a estudiar a Madrid–, porque he apostado por mi trabajo.

Pero ahora tienes pareja…
Sí. Estoy saliendo con un chico y estoy feliz. Una amiga mía siempre me dice que lo que necesito es un hombre bueno…. Pero tengo un defecto y es que, como superwoman, acabo asumiendo el rol de trabajar, de organizar la casa, de estar estupenda…. A veces creo que la liberación de la mujer nos ha esclavizado a las mujeres fuertes (risas). ¡Los débiles, en cambio, hombres o mujeres, tienen el poder y la capacidad para ser tiranos!

¿La ropa es importante para el alma humana?
De lo más importante. Yo me expreso con ella, pero si analizas la historia, muchas veces me pregunto: ¿qué fue primero, que la mujer se quitara el corsé o que decidiera votar? Seguramente hay unos cambios sociales y pasa todo a la vez. Si estás mal se refleja en tu corazón, en tu alma y en tu imagen. Nadie da una imagen impoluta y preciosa y tiene una depresión de caballo.

¿Tienes que estar a la última en tendencias de moda?
No, porque visto a personajes, no a modelos. Soy experta en vestuario, no en moda. Cuento historias con la ropa. Siempre que empiezo una película o un proyecto, me siento en una cafetería y observo a la gente que pasea por la calle. Ahí se inspiran los diseñadores y de allí salen las historias que se cuentan.

¿Nuestros políticos visten bien?
Les daría un meneo a derecha e izquierda. Para mí, el político perfecto a la hora de vestir es Obama. En los políticos debe prevalecer lo que dicen antes que su imagen, pero ir correctos y de acuerdo a lo que piensan. Y lo mismo las políticas. Recuerdo a Carmen Alborch, súper kitsch, pero era ella, con personalidad propia y además como ministra de cultura. Creo que en lugar de poner a primos como asesores, los políticos deberían poner a profesionales.

¿Te gustaría asistir a una gala de los Oscar?
A la gala, a cotillear, me da igual. Como en el cuento de la lechera, me encantaría estar nominada… Mira, el figurinista español Paco Delgado ha estado nominado a los Oscar. Manolo García, peluquero, también. Es muy difícil, pero no imposible. De todas formas, lo primero que quiero es un Goya; luego ya veremos (risas).

Dime tres prendas imprescindibles en el armario de un chico y de una chica.
En un chico, una camisa blanca, un buen zapato y unas buenas zapatillas. Y para chica, un vaquero, una camisa de seda, un vestido negro, unos estiletos y un bolso buenos. En líneas generales, un complemento puede salvar un estilismo normalito.

DE UN SORBO

¿Eres cafetera? No. Tomo zumo de naranja para desayunar y tostadas con pan con tomate y algo salado.
¿Te levantas de buen café? Y de buena leche.
¿A quién invitarías a un café? A Bigas Luna. Gracias a él estoy en esta profesión. Le llamé por teléfono cuando comenzaba, le dejé un mensaje en el contestador y me devolvió la llamada sin conocerme de nada. También admiro a la diseñadora de vestuario Milena Canonero, de El Gran Hotel Budapest o La naranja mecánica…No soy mitómana, pero me encantaría mirarle a los ojos.
No le darías ni agua… A los pederastas y a los hombres que maltratan a sus mujeres.
Si el café te diera súper poderes… Me gustaría tener más energía de la que tengo. No estar “seca” a veces.
Un libro. De Sofía al cielo, una novela romántica de mi amiga Sara Brun, que va a tener un éxito seguro.
Pide un deseo para el otoño. Virgencita, virgencita, que me quede como estoy.




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